11.1.08

LA MORADA DE MARIXIMINI, DAMA DE MENDILLORRI

Para contestar a quienes, sobre todo niños y niñas, nos preguntan por el lugar donde habita Mariximini y los sitios que frecuenta recurrimos a la leyenda:

Se cuenta que cuando los vecinos y vecinas de la Villa de Mendillorri supieron de la existencia en estas tierras de la diosa Mari le dieron el nombre de Mariximini. Ocurrió hace tantos años que nuestra memoria colectiva ha perdido su rastro, y no recuerda la fecha precisa. Lo que sí sabemos es que Mariximini moraba en la cueva que había en el interior del monte de los espinos blancos (Mendillorri) desde tiempos inmemoriales. Éste lugar se conocía también como el monte de las aguas, porque en su interior había un gran lago de aguas cristalinas, que brotaba burbujeante desde sus profundidades.

Cuando en 1895, el alcalde de Pamplona, don Teófar Cortés, ordenó la construcción de los depósitos para almacenar el agua traída desde el manantial de Arteta, los explosivos y las piquetas destruyeron la morada sagrada de mariximini, sin tener ni idea de lo que estaban haciendo. Aquella colosal gruta en la que nuestros ancestros realizaban sus ofrendas, desapareció en un abrir y cerrar de ojos. La escasa docena de vecinos que poblaban Mendillorri en aquel tiempo, nada pudieron hacer para evitar el desastre. No obstante, el destino –que posiblemente esté guiado por Mariximini– permitió, gracias a la moderna ingeniería de la época, que se construyera un nuevo y colosal lago artificial, cubierto y cerrado por todos sus lados, utilizando piedra de sillería. Terminada a la obra, llegaron nuevas aguas, que se fueron mezclando con las que seguían fluyendo de las profundidades de la montaña. De tal modo, que la morada de Mariximini, en vez de desaparecer para siempre, se transformó mágicamente, adaptándose a los nuevos tiempos.

En 1942, se iniciaron las obras de construcción de los nuevos depósitos, pero estas circunstancias ya no alteraron de ningún modo, ni el hábitat de la diosa, ni su fascinante existencia. Sin duda alguna, la Fuente de la Teja formó parte de los lugares frecuentados por Mariximini, situada en el término de Lezkairu, en la falda del monte de las aguas En 1865 el ayuntamiento de Pamplona –más sensible y respetuoso con nuestros lugares más enigmáticos– rehabilitó la fuente y aumentó la superficie verde de sus alrededores, plantando buen número de árboles para que diesen sombra en verano. Por aquel entonces, eran numerosas las personas que se desplazaban desde el centro de la ciudad y desde la comarca, para saborear sus aguas y disfrutar de la belleza apacible de aquel paraje que invitaba al recogimiento. Se dice, que muchas personas permanecían horas escuchando el murmullo del agua, sin percibir el paso del tiempo. Tal era la magia y el sosiego al que invitava el lugar. Las aguas que brotaban de esta fuente, tenían las mismas cualidades que las del lago subterráneo de Mariximini, lo cual confirma, lo que se decía en tiempos: que había una comunicación entre la fuente y el lago. Así debía de ser, puesto que las personas más antiguas del lugar aseguraban haber visto en más de una ocasión, junto a la fuente, a un hada peinándose los cabellos con un peine de oro. Sin duda se trataba de Mariximini. Para nuestra desgracia, la fuente fue destruida recientemente por orden de la alcaldesa (Yolanda Barcina).

Si tuvisteis la suerte de disfrutar de aquella fuente –aún se conservan fotografías– recordaréis que en su frontis, junto al caño, había una ventana tallada en la piedra. Ésta, se comunicaba con la cueva a través de un largísimo y oscuro pasadizo por el monte, que utilizaba frecuentemente Mariximini. Ésta, tenía costumbre de salir al exterior haciendo un hueco entre las piedras del frontal de la fuente, por lo que los campesinos del lugar decidieron construir la ventana de piedra para facilitarle las salidas y evitar las roturas en la pared.

Pasadizos subterráneos en Mendillorri

Se tiene constancia de que algunos pasadizos fueron de gran utilidad, sobre todo en tiempos de guerra: durante la defensa de Pamplona contra las tropas francesas o durante el asedio a Pamplona en las guerras carlistas, estos se apostaron en el “cerro de Mendillorri” para controlar los movimientos en la ciudad.

El pasadizo más acreditado, por ser el más conocido de los que atraviesan Mendillorri, es el se utilizó para traer las aguas del manantial de Subiza hasta Pamplona (1783 / 1790), el artífice de tan colosal proyecto hidráulico y de arquitectura, fue Ventura Rodríguez, el mismo que diseño la actual fachada de la catedral de Pamplona.

Sobre los pasadizos de Mendillorri, que pasaban junto a la fuente de La Teja, se dice que se comunicaban con los fuertes de San Bartolomé y del Príncipe, de Pamplona. Hay quien asegura que alguno de ellos estaba comunicado también con el fuerte de San Cristóbal.

En fin, quien desee comprobar todo lo dicho, solo tiene que acercarse a los lugares comentados, especialmente los situados a pie del monte de las aguas, donde las obras de reurbanización de Lezkairu están destruyendo la casi totalidad de estos tesoros antiguos de la hidráulica. Por suerte, aún queda algún conducto en pie, de momento.

Todos estos conductos y pasadizos horadados en lo más profundo de nuestro suelo, probablemente fueron hechos por Mariximini en los continuos recorridos que hacía de su cueva a la fuente y a otros manantiales más lejanos. Así se manifiesta la presencia de nuestra diosa y madre (Ama lur), señora del mundo mágico subterráneo.

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